La
semilla de la vida
Me
acuerdo de ti, con el brillante sol mirándome.
Pienso;
¡Que suerte tengo!, respiro.
Camino
despertando los brotes verdes,
aún
apenas levantan sus cabezas,
y
ya relucen sus pinceladas.
Visten
los campos de nuevo.
Su
valentía prevalece frente a todo,
las
heridas viejas quedan atrás.
No
hay temor, ni conciencia frágil.
La
semilla de la vida renace
muestra
el esplendor de su cuerpo
y
no le importa si la rompen otra vez.
Me
vuelvo a acordar de ti, duermes
igual
a la semilla de la vida.
Ya
no cuento el tiempo pasado,
eres
como el aire, te voy respirando,
estás
en mí, ahí no hay reloj,
ni
calendario contando los días.
Recojo
todas las huellas en cada paso,
las
guardo en mi mochila,
incluso
los trinos de los pájaros.
Es
renegar al sordo silencio,
a
la tozudez cerrando ventanas,
puertas,
a la luz de la esperanza.
Te
pienso en todo momento,
raíz,
frondoso océano celeste
cuajado
de bandadas de aves
buscando
su mar inmutable.
Su
paraíso primaveral,
de
invierno eternamente dormido.
Eres
parte de mis ojos expectantes,
maravillados
de la belleza renacida.
De
mis bulliciosos pies, de mis manos.
De
la inquietud de mi alma.
Porque
palpita mi corazón,
y
te siento vida entre la vida.
Antoñi
(29 – Marzo – 2021)
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