Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

miércoles, 26 de febrero de 2020

No me saben ver.



No me saben ver.

Más allá de ese vuelo alto
de cielos eclipsados en fuga,
me hice construir las alas.
En el vaivén de los flancos
de las soñolientas nubes,
dejando parados los abismos
tropel cuesta abajo
en la hondura de mis sueños.
Querer, nunca ha sido ser,
de quererse, a sentirse
se volatiza como la espuma
en el mar de los otoños,
cuando éste yace dormido.
Solo tengo la ciénaga
de este subsuelo pétreo
olvidando su mirada, esquivo,
y una resistencia naufragada
salpicando el rostro a mi estrella.
Pues nací de una constelación
clarificando sus ojos
levantándose de madrugada.
Por eso llueve en llanto
resarciendo sus huesos
con la llameante flor
que siempre gana pulso
al tumulto en la tormenta.
Me dicen, o no me dicen,
me condenan o no,
aquellos de mucho mirar
con sus ojos abiertos
cuando nunca me han visto.


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