Quizá
es eso, que me provoca cierto recelo,
que se me duerma el otoño, sin llegar a él con el suficiente tiempo para poder
absolver ese baño ocre de melancolía en sus paisajes. Detenerse demasiado en un
verano, extenúa vehemente los sentidos
con su exagerado aliento, halitosis ardiente, quema la voluntad del
camino a abrirse al caminar. Hacia adelante está la dirección del destino a
alcanzar, y ojala por aplazar el invierno, nunca se nos niegue la sonrisa de la
primavera por ser invitada al exilio.
La
sequía de voluntades, como la sequía de afectos, es la peor compañera cuando es
semilla seca en las grietas octogenarias de la tierra, un campo santo para la
memoria, cuando el alzhéimer amenaza deshacer los archivos que fueron la fisonomía
escrita de la existencia, y de esa apología quememos los borradores antes de
que los alcancen sus manos.
Confiar
cuando es sabido que la mentira es el material base de tantas construcciones, una
vorágine bodoque, llamada caer en haces de naipes, como aquella voluntad
diseñada de acero, disfrazada de farisea pedagogía. Lo absurdo, quizá es salir indigne
se ese corsario de los vientos actuales, sin que te manchen, dejándote para
siempre huérfana de esperanza para la humanidad…
Gracias
a Todos…, feliz tarde… Besos
¿Para
qué me vistes primavera?,
Fugaces
voluntades van y vienen…,
Adornos,
encajes pongo, disimulos
fuera
de contexto, tórrida belleza
a
ti te desconcierta, otoño dormido.
Amar,
amo con arrasada desmesura
envuelta
en fiebre en la cumbre,
Y
no me basta recorrer toda la vida,
envolver
caminos de polvo oxidado
con
este cántico sudado del alma.
Naufragio,
si naufragio acecha,
pretensión
inútil lleva al desierto,
espliego
de arena devorándome.
Bálsamo
oscuro ardiente condena
entregándome
al espacio vacío…,
Deseos
de salamandra descansan,
Dejados,
sin alimento, adheridos
a
un coma…, ojala al vivir despierten
siempre,
sigue el ciprés llorando solo
perdidas,
heridas, de sangre secas.
Sentimientos
en rama de laurel,
muerden
febriles los labios de sal,
si
, los labios, rompen roles etéreos,
sin
decir a nadie esta boca es mía.
Por
algo cae lluvia con cada beso.
Los deseos de salamandra ya despertarán, inevitablemente. Es que son los ciclos. Y dentro de su inevitabilidad los necesitamos (para eso son inevitables, para que finalmente los necesitemos). Y si la lluvia es por causa de besos, que siga cayendo.
ResponderEliminarApartándome un poquito del lado poético de todo esto, solo digo que amo el otoño, que cada vez que se va ya lo extraño. Y que no veo ninguna tristeza en él, al contrario, esos colores me dan vida; y el fresco sobre la piel me fortalece.
Ah, algún día verás mi visión del otoño en algo que dediqué a una mujer, claro.
Besito.
Hola Navegante…
EliminarLos deseos de salamandra, de supervivencia, de resistencia, en tiempos difíciles… lluvia purificadora, liberadora…
El otoño suele activar mi melancolía aunque reconozco que serena mis sentidos, aquí el otoño, es casi siempre un verano suave, las estaciones verano y primavera, son casi siempre matizadas por el verano y el invierno, ambas se extienden olvidando el espacio que pertenece a las otras, de tal forma, que sufrimos cambios bruscos, del frío seco del interior de la península, al calor, a veces con temperaturas muy elevadas… Vamos a por esa visión personal del otoño a través de tus ojos, escenificada en una tus vivencias con sabor a mujer, disfrutaré seguro leyéndola…
Gracias amigo
Besos
Se duerme el otoño y se despiertan tus letras.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Besos.
Hola Perlada…
EliminarEl placer sin duda, es tu presencia entre mis letras, y así darme la oportunidad de conocer las tuyas, paseé tus blog, me gusta tu sentir, tu expresión en el uso de las letras… Gracias por regalarme tu presencia…
Besos