Tempo
Te estuve esperando insomne
bajo un cielo rencoroso,
amueblado de sombras,
atravesado de un glaciar frío.
Se me había caído la nieve
de pura blanca agonía,
como todos mis dioses
enervados en su falsa aureola,
por tanto pasear las nubes
arecidas de todos tus silencios.
Lloran, si, lloran los arroyos
sus aguas bajando la pendiente
y el sol, aún no muestra su rostro,
aún duerme el sueño de nadie
como si incitara a las estrellas
a ser pájaros en recónditos vuelos.
Lentamente, si lentamente,
te vuelves pálido, vago olvido.
Sabes, cuando el dolor se acaba,
la tierra abre sus manos.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"