Vuelo
Es breve y osada
la realidad
me tantea con
sus manos
me quema con su
aliento
me desnuda con
su mirada.
Me besa cada
marca triste,
allí, donde abre
su hálito,
la sombra en la
desnudez
de la lluvia, en
cada alborada.
Se me antoja
vieja la arboleda,
con sus pausados
lloros
de brisa
contenida y sibilante.
Elige la soledad
desértica,
en cada
centímetro de la piel,
para exhumar sus
quejas
a una
frondosidad humilde
que poco a poco
se angosta.
Duele, ese vuelo
infinito
sin giros de
retorno a la vida,
cual golondrina
buscando
una primavera
perenne,
en la intimidad
de lo eterno.
Quizá el azahar
transpire
su aroma en
adoración
a un descanso
merecido.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"