No siempre amanece con el tiempo en calma, hay días que
aunque el sol luzca su mejor traje, en tus ojos, una tenue lluvia lo moja todo y
da igual que abras el paraguas, ese día, tienes que pasear bajo tu cielo
lloroso y dejar que te cale hasta los huesos... es casi un ejercicio de restauración, de sanación....
¡No llames, entra!
Una mística prosa me nace…,
aquí!, En el fondo de mi alma.
Y cruza el viento manso
aligerando el polvo a mi espalda.
Que no es valiente la arruga,
es solo el cansancio del andar
dibujando metáforas en la piel…
No llames a mi puerta
que no te abre…, está abierta,
pues puerta soy…, pues la tengo
y es por donde se me llega…,
¡No te asustes!
El camino es pedregoso
hasta el valle de mis lágrimas.
Si entras tú y no llamas,
que no te asuste mi llama.
No es ira, no es rabia,
es el surtidor de mi pensamiento,
que en todo su combustible
como vigía en lo justo
hace arder las llamas…
Volveré cuando me haya ido,
si no es dibujando huellas
lo haré cantando versos,
que son mi sangre,
que son mi oxigeno,
aunque no me queden venas,
ni boca que beba del aire.
Antoñi
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"