En la cárcel de tus ojos
Engullida en el remolino de sombras,
de una memoria traicionera,
que no sabe despoblar su alma
como los árboles se mudan
de su vestimenta primaveral…
En la cárcel inmensa de tus ojos
subyugada, congestionada
por un tráfico de pensamientos
indelebles, erráticos e insumisos
quiero oír el silencio desnudo.
En esta cárcel de mar y cielo
quiero pasar la convalecencia…
remendar los jirones de mi corazón
azotado por el viento indomable
de un amor árido y salvaje.
Hay que pagar esa minuta
lo exige la cordura de la sensatez;
No existe el príncipe azul
que baje de su caballo blanco,
enamorado, y quiera conquistarme.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"