La gesta de la tormenta
La mañana desmayada de ojos vidriosos,
amaneció tendida bajo la carpa azul
mojando en su lagrimeo las hojas de jacinto,
insegura por la peregrinación de nimbos blancos
bajo las caderas del callado horizonte.
Un susurro impertinente le despeina el flequillo
que relajado duerme acostado en su frente
y la pesadez de su pestañas le cierra los ojos.
El sol insumiso abre su boca desperezándose,
dejando escapar una ráfaga de ardiente queja;
_ ¡Demasiada calma, demasiada paz me asalta!_
Abre sus inquisitivas pupilas de fuego, vigilante.
Mes de Abril poderoso en tu legislatura
extiendes tu pincel con mano segura
cubriendo de colores el despertar de la semilla
en tus generosas pinceladas de primavera.
No dejes dormir al verderón
en su nido
despiértale con un canto de tu fragancia en su olfato
que se hace tarde para alimentar sus polluelos.
Los olivares descansan sostenidos en sus troncos.
Los trigales descubren su espiga altanera
y desafiante, en un oleaje de mar verde.
Todo esquiva el ozono de las primeras aguas
en un ir y de venir, que inquieta la atmósfera.
Algo amenazante se suspende en el aire.
La veleta gira en lo alto de la torre del campanario,
poseída por el alma de unos vientos enfurecidos.
En el cielo distintos batallones de nubes negras
hacen un rápido paseíllo dispuestas a enfrentarse.
La quietud adormecida del despertar de la mañana
reza una plegaria al presentir el ángelus.
La brillantez del sol se ensombrece asustada.
Todo presagia la herencia de una guerra celestial
Y despavoridos buscan un refugio protector…
SE VE EL ROSTRO PERFECTAMENTE,AUNQUE ESCRIBES UNOS OJOS VIDRIOSOS YO LAS IMAGINO DE UN AZUL RESPLANDECIENTE,UN ABRAZO,MARAVILOSO POEMA
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