Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

viernes, 12 de octubre de 2012

Como buen vino

El ser humano al nacer es un libro en blanco pendiente a ser escrito. Nace inmaculado, con los instintos naturales que le preceden según el grupo animal al que corresponde, el resto es aprendizaje adquirido en el seno de su familia, padres, hermanos, y también de la comunidad cultural a la que pertenece, señalada desde el grupo más pequeño, hasta el más grande; localidad, provincia, región o comunidad autónoma, país, continente, el mundo… En mi caso, sin obviar las señas de identidad que me unen a una cultura, siempre me consideraré ciudadana del mundo, lo que me otorga el derecho por la vida que se me ha dado, a intentar desarrollarme, subsistir lo más dignamente posible, por lo cual si la tierra o cultura que me acogió al nacer no me ofrece esa garantía, como ciudadana del mundo hago uso de ese derecho buscando otras tierras más generosas que me lo faciliten. Algo que viene conjugado desde el mismo origen del hombre.
En los días que corren, cuando el debe y el haber, ha llegado a su punto más álgido de importancia, derrotando lo legítimo, lo humano, empobreciendo países desarrollados, destruyendo derechos, calidad de vida, en muchos casos, casi hasta el nivel de la indigencia, quizá el concepto de mirar el presente construyendo un futuro es tan vital como respirar. Dejando atrás romanticismos desfasados, que en muchos casos son presos de la arrogancia, en aquello que debiera de ser historia o memoria histórica. Bien es cierto que la raíz  ha hecho al ser humano en su cultura, lo que es, sin desmesurar su importancia, pues el futuro correcto implica crecimiento, siempre mirando hacia adelante con la opción que más nos enriquece, o nos fortalece, y aquí recurro a la sabiduría popular donde “el divide y vencerás”, es un arma que hace fuerte al enemigo, y sin embargo “la unión hace la fuerza”, crea diques de contención para evitar una posible invasión o destrucción.
Dicho lo dicho, con la necesidad de no ser mal interpretada, hoy como suelo hacer todos los años por estos días, hago homenaje al vino nuevo de mi tierra, al mosto recién fermentado, el fresco entre los frescos, no por ser más chulo, si por ser el más joven, un sabor que da identidad a todo un medio de vida, que fundamenta toda una cultura, de la cual me siento muy orgullosa, pues su necesidad es ser reconocida y respetada dentro de la unidad nacional y del mundo…
Os pido disculpas, pues mi tendencia a volar por los cerros de Úbeda ha motivado que me salga por la tangente más próxima, y mi poema al vino es esta cosita de ahí abajo, que como me digo tantas veces; “bueno no será, pero me he reído a rabiar”…

Gracias a todos
Mil besos anestesiados del mejor vino que vuestro paladar pueda degustar… 



Como buen vino

Me bebes despacio como buen vino
con  serenidad, derrotando la copa,
sin dejar de deleitarte con mi cuerpo
liberando primero tu nariz en mi aire
conquistando todos mis misterios,
mojando tus labios poco a poco,
posándome levemente en tu paladar.

Sutil néctar de miel y canela quiero ser,
paloma que vuela despertando tu sangre
vena a vena, como salvaje erupción,
prodiga del racimo en su buena ventura
que se pierde como frondosa lava
entre tus calles sedientas de mi fiebre
que te sube jadeando entre mis piernas.

Te grita el corazón, y se regocija;
que antes de ser preso de la alegría
del dulce sopor del sueño complacido,
estalle en ti la copiosa espuma
que en mi se acoge y te bendice… 

Antoñi



4 comentarios:

  1. Precioso canto al buen caldo
    Que acompaña horas a media luz
    Y pinta melodías de suaves tonos al anochecer.
    Un beso
    Desde el otro lado del mar.

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  2. El texto precioso y la poesia no tengo palabras para alabarla. Muy bella esta entrada, Antonia. Saludos,

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  3. Hermoso vino que como la sangre lleva el sabor a tu tierra
    Ese final es de 10

    Beso

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  4. La vida es un enorme libro. Un libro que tiene su prólogo y su apéndice, en los recuerdos. Como así tiene escrita su última hoja, a la que llegamos después de haber llenado cada hoja con nuestros sentimientos, con nuestros sentidos, con nuestro vivir de cada día, de manera que lo que pongamos en una hoja será la consecuencia de la siguiente, y así sucesivamente hasta completar nuestro libro vital. Tenemos un destino final pero al que llegamos en esos destinos parciales del cada día.

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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"