Me atrapa la tarde... ¿Acaso me llamas?
No oigo tu voz, sepultada en un vítreo lamento.
No percibo tu mirada teñida de azul...
Se apagó tu figura diluida en gris bismuto
entre las grietas de la huérfana tierra..
Sueños tierra, mar, aire... son los que tengo,
y son las aguas del río, corriendo por mis venas,
palpitantes en mi cuerpo me llama tu nombre.
Azafranes brotando... tu respirar en mi sangre,
acueducto entre tu distancia y la mía...,
¡Es tu cerco!, Hacia donde voy y te encuentro
Vigía de olvidos haraganes,
comulga una piedad de granito
en su trono de viento y arena.
Mayúscula la enredadera que trepa,
y escribe el destino sin conciencia ni orden.
Aún en la palabra conmocionada,
se instala el recuerdo en la memoria.
La voluntad sueña el deseo sin propiedad,
en su libre albedrío, paralizado, amordazado,
abre sin queja, una puerta solida en la mirada.
Te encuentro en el azul del cielo que me mira,
en la serenidad tierna que duerme en la noche.
Te encuentro en el rostro decidido del viento,
en el abrazo cálido que despierta el amanecer.
Te encuentro, porque ya naciste conmigo.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"