Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

sábado, 29 de septiembre de 2012

Hablar, hablar…


Hablar, hablar…

Hablar, nunca, sin son barcos
Ya te dije que mi padre fue barquero
Y yo de barcos no entiendo.
Háblame de vértices en la pendiente
para sostenerme en la curva del rellano,
que no me llevan las libélulas en su vuelo,
que me ahogo mirado su seca charca
y de oxigeno necesito, aquel que te respiro.

Hablar, hablar, tan poca cosa
que se me humedece la silaba
atrapada en mi lengua escrutadora,
la pongo a secar en la frente de tus labios
que siempre da el sol de mediodía,
y como alas de colibrí se abren
deseosos de refrescarse de mi saliva.

Hablar, hablar, un metro sin centímetros
que sature la distancia de los polos,
que no podemos vivir en distintos hemisferios
cuando es oro la aleación que hacemos
al fundirnos en los senderos que nos dibujamos
explorándonos con nuestras manos….

Hablar, hablar… ¡Cállate!
Que hay un idioma sin palabras
que se habla con la mirada
Y se expresa con el vaivén de las olas
cuando la marea está alta…
Háblame de él descifrando su mensaje
hasta que nos derrote la madrugada.


1 comentario:

"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"