La carta
Estoy aquí, esperándote,
guardada por el remite de esta carta,
¿Eres tú acaso el destinatario?
Me escribieron con mayúscula
y ahora a tus ojos soy invisible.
Se agotó el manantial de tu pasión
mucho antes de recibirme.
¿Cómo despierto de este sueño inventado?
Me desgarra el alma como navaja
este amor que empieza por su final.
Y no encuentro los arroyos en el paisaje,
ni los juncos, para adherirme a tu orilla,
ni me sana este sobre que me guarda
si no me das de tu tinta para que perdure.
Se diluye como fantasma la letra…
Mírame, una vez más, y encuéntrame,
que tu estilográfica se reconozca
en el vértice que equidistan
cada una de mis caderas,
antes de perecer en el olvido
en este buzón de correos…
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"