Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

El envés del rostro




El envés del rostro

Es cierto, son risas que enseñan sus cicatrices,
gesticulando muecas forzadas por no blasfemar.
Me lo dijo incrédulo el lirio bajo la lluvia de invierno.

Soterrar los labios que alumbran quejidos de hambre,
no evitará que la luna los archive en la luz de sus retinas.
Que llore glaciares helados la noche al ir a su refugio.

Nadie borró las huellas que matan por costumbre,
que nacen del fusil hambriento, del sacrílego odio.
Siempre están en las vestiduras de los tiempos errantes.

La voz se sació de silencios para dormir en la penumbra.
Fue, como siempre, la palabra que no guarda celibato,
la que fertilizó con lluvia los campos heridos de muerte.

Es cierto, son lloros que desbordan en llanto,
ajenos al sonido del redoble de campana añejas.
Me lo dijo el logaritmo sin exponente, en su hastío exultado.

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