Entre el miedo y la
espera
Será próximo el momento,
Si antes no se agota por viejo.
La queja de mi voz se oxida en el ocre ácido,
del vino fermentado en el roble.
Como un nenúfar nada prefijos de levante,
amarrado a los dedos del Guijarro.
Incógnitas ciegas que se mezclan en mi piel
Arañan como un insidioso crepúsculo
de días desgastados en lacerar verdades.
Vence el tropel de ese caballo salvaje,
donde los sueños se desbordan en llanto.
Intersticios abren memoria en mi corazón
Como cuchillos de labios secos y cobardes,
Caimanes abruptos, siempre los mismos
Cantando la realidad entre sus dientes.
Oasis de fe, misterios con túnica sagrada
Pavimentan cada esquina en su reverso
Para que la montaña no se tiña de negro,
En la espesura del discurso del silencio.
Bella es la dádiva que conforma mi espera,
Besos de flor de cerezo son los que me sedan.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"