El verbo del delirio
Boca que reclama el verbo del delirio,
demandas locura, fecunda flor encendida,
que su llama misteriosa descubre,
el ánfora que guarda mi secreto.
Cruzas sin clemencia el acueducto,
con la certeza del cóndor en su vuelo,
alcanzado la reja donde crece mí nombre.
Estrecho manantial que bebes sigiloso.
Siembra tu daga en la tierra herida de pasión,
fecundo deseo, que verbenera febril su hendidura.
Cáliz sagrado que derrama el vino que te sacia,
y duérmete en su aroma soñando anidar en mi boca.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"