Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

martes, 14 de agosto de 2012

Sin preludio ni despedida

Se me viene a la memoria un célebre fragmento del Hamlet de William Shakespeare…

“¡Ser o no ser: he aquí la cuestión!. ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?.
¡Morir..., dormir, no más!. ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne!. ¡He aquí un término devotamente apetecible!.
¡Morir..., dormir! ¡Dormir!...¡Tal vez soñar!. ¡sí, ahí está el problema!. ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida!. ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio!.....”

Y es que no existe nada más sabio, que la vida, vivida, por muy ajena que nos resulte, como ser fiel a nuestras convicciones, no equivale que el resto de la humanidad lo sea. Yo aprendí a que equivalía el significado de esta frase, siendo muy niña; “no hagas a nadie, lo que no te gustaría que te hicieran a ti…, si tú sangras en las heridas, recuerda, que los demás, sangran también”… mi madre me lo repetía ante cualquier signo de egoísmo, que se despertará en mi conducta. Creo que con las arrugas de la vida, difícilmente cambien la textura de mi piel y opte por el aparentar, en vez del ser, con el fin de confundir y sacar cualquier beneficio de ello, sobretodo, porque sinceramente pienso, que lo que hacemos, pensado solo en nosotros, sin tener en cuenta que repercusiones puede haber en el otro, al final tiene efecto bumerán… Siempre seré sincera, puede darse una conducta egoísta por mi parte, nunca será algo premeditado, como mucho producto de la imperfección humana que me cobija, en la cual no tengo dificultad en intentar rectificar y pedir las disculpas oportunas. Presiento que soy hospitalaria de mil defectos más uno, pero nunca podré usar a un ser humano, como moneda de cambio y aún menos en nombre del amor. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, el amor además de sentirlo, hay que construirlo cada día, desde unos sentimientos muy sólidos ubicados en el corazón y nunca será sexo por sexo, eso es solo una necesidad de la carne que parte del instinto más primitivo de la raza humana, que lo vincula con la procreación y a la vez con su parte más animal y menos racional, por mucho que se pretenda decir lo contrario. Nos quejamos de la falsedad del amor, cuando somos nosotros quienes lo falseamos, simplemente lo que se da es lo que se recibe. No puedes quejarte y decir que el amor no existe, que es solo un cuento de novela rosa, si jamás te has dado la oportunidad de amar de verdad y más que ser un desafortunado en el amor, te conviertes en el infortunio de aquellos que se cruzan en tu camino, que si tienen esa predisposición corriendo por sus venas….

Gracias a todos y amar sobre todas las cosas, sin cortapisas ni disfraces, siendo vosotros mismos…. en diferente órbita del amor, os quiero a todos… Mil besos




Sin preludio ni despedida

Se aquieta la luz de esta lámpara
en esta noche ahogada de desesperanza.
¡Qué más da si te llegué a amar!
Si no te sirve que caiga la tarde
como una cortina humo que volatiza
en tristes sombras los días vividos.

Ahora son llagas que me desangran el corazón.
Me despertaste naciendo la primavera,
podaste mis arterias en yema viva,
cuando la inquieta sabía se ensancha como un río
abriendo de par en par los diques del amor
para ir a parar a un mar salado,
donde todo lo que llega perece naufragado.

Parece, aún, tardío ese día añorado,
perentorio y nonato en este valle dormido.
Se aciaga la esperanza al carecer de brújula
que le marque un norte de fornida voluntad,
decidida y subyugante del sordo silencio,
de una ausencia sin preludio ni despedida.

Un gélido rostro, destila, como desafío,
la mirada triste, de lágrimas secas, en amargura.
La indiferencia vendrá, escalando cimas,
derrotando esfinges caprichosas de despecho.
Y este pecho que estalla al oír tu nombre
recitará al abismo el recuerdo de un sueño,
que yace sin pasado, sin presente y sin futuro.

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