La vida es un desafío, se nos otorga con el libre raciocinio de hacer de ella un proyecto donde se sabe donde empieza y como, perdiéndonos en la duda más inverosímil… ¿Hasta dónde y de qué forma?..., Pienso que el proyecto debe acabarse, según el boceto que más nos define, porque no es un límite de nada, es un concepto consecuencia de nuestros actos, que nos da paz y satisfacción… Es algo que a simple vista parece fácil y difícil, dependiendo de las posibilidades de cada uno, sobretodo, porque existen seres humano, donde la supervivencia ya de por sí es un reto, muy alejado del consumismo extremo de las sociedades occidentales o países desarrollados. Sin embargo, reflexiono sobre esa diferencia tan radical y lamentable, pensando que nos perdemos más fácilmente de nuestra esencia más genuina, donde la lucha por la vida se extrapola hacia el tener o no tener, cuando tener se convierte en algo insustancial que no nos hace mejores personas, muy al contrario, nos hace superficiales, materialistas y como contrapunto, egoístas, donde el yo es el rey, sin tener en cuenta que el mundo es de nosotros, todos… Atendiendo a esta reflexión, me pregunto, ¿Nos olvidamos, que el billete que nos valió para hacer este viaje a la vida, es de ida y vuelta?, No es que tengamos que sentarnos a desayunar cada día con la muerte, desgraciadamente, ya lo hace sin que la invitemos y sin previo aviso. Si, en cambio, sería bueno para todos, no olvidar lo efímera que puede ser la vida, y no obcecarnos en cosas que hacen de nosotros seres en constante lucha por algo, que de conseguirlo, jamás nos hará más felices, más bien seres insatisfechos, en constante búsqueda, donde los valores más fundamentales brillan por su ausencia….
Gracias a todos
Besos
Gracias a todos
Besos
Billete de ida y vuelta
Siento un viento ocasional, burlándose,
retorciendo mis palabras en aullidos.
Y mientras las piedras se desnudan,
hablan los árboles a las nubes chinescas
que se dibujan en el pelo de la montaña.
Ellos si lo saben, están conmigo y los demás,
son oídos y ojos que no conocen la muerte.
Testigos del vuelo de todas las aves de paso,
que anidan sus rubricas, livianas, en úteros,
sin reparar en el espectro de sus huellas.
Me enseñaron a mirar para no ver
como muerde la decrepitud, el frescor
del regio lenguaje de las anémonas,
distendido, como copos en el valle,
sobreviviente de la venganza del tiempo.
Y vuelvo como una madrugada atemporal
que respira estrellas, sobre el espejo
de sueños, del río de años de un siglo.
Por el avanzo como una idea de futuro,
acunándose en mis brazos, dormida.
He de seguir este monologo retribuido
en mil burbujas abstractas, que respira
mi corazón, en el conocimiento del saber,
que existir es la luz de todos mis días,
por muchos otros que cuenten mis noches.
Al final, solo una sombra sin sombra,
un sonido de silencio, menos que nada,
que brama la cordura mas ciega.
Solo un viaje que guarda en su camino,
el retorno, con billete de ida y vuelta.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"