Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

domingo, 12 de agosto de 2012

Moldéame a tu cuerpo

El amor, ese sentimiento que nos vuelve vulnerables a la voluntad de otro ser humano, cuanto se ha escrito… ¿Demasiado?, No me atrevería a afirmar tal cosa, a todos nos gusta ese romanticismo, que algunos denominan cursi y empalagoso, y sin embargo quien no se sumergido en esas mieles y ha usado ese vocabulario con el afán de hacer brillar los ojos, del objeto de su deseo, pienso que todos, como también nos gusta recibir grandes dosis de ese brebaje que le hizo a Cenicienta perder un zapato…
Como estamos de vacaciones, bueno, no todos, las amas de casa nunca nos las dan, por eso yo estoy vaga, de vagancia, por lo tanto, mi parrafada de hoy se queda en poco más… ¡Que descanso verdad!, No preocuparos, por si acaso, ya les hablo a las paredes, porque el amor de mi vida se me ha quedado dormido, es que, para comprobar el erotismo de mi poema, se lo he leído, y antes de acabar el último párrafo, calló en los efluvios de Morfea… ¿O era Morfeo?... Una de dos, o el poema es pésimo o no se ha enterado de nada… ¡Que cosas me pasan!..

Feliz Semana Santa a todos, a los creyentes y a los no creyentes…

Mil besos con redoble de tambores y paso corto…


Moldéame a tu cuerpo

Moldéame en arcilla bendecida por tu mano,
pletórica, como se abre una magnolia en flor
salpicando de ávidas semillas el agua bendita
que amanceba el manantial de tu deseo.

Inúndame con tu flecha de amor, perfumada.
Empieza con un exordio que me despierte
a las mieles que me devoran de anticipación
por los destellos de la llama de esta pasión.

Fusióname con la suspicaz linfa de tu gloria,
elevándome con el ser de tu fuerza soberana,
a la faz pura del canto de todos los astros
y que en mi piel, esa dicha, se quede escrita.

Que al final, nos acoja la alborada trasparente
del Edén placido del límpido sueño satisfecho
y que ya dormidos revestidos y mimetizados
en certezas, nos cubra el tul de la suave brisa.

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