Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

domingo, 12 de agosto de 2012

Cuando me haya ido

Me preocupa el sentido real del estar, del ser, puesto que la mayoría de las veces es un esbozo de presencia corporal donde la intención se etiqueta en un puro formalismo, y es que la hipocresía es un mal endémico en el ser humano, como la envidia o la avaricia. Escondido tras una sonrisa sardónica, que guarda muy bien la apariencia.
Puede que más de uno le resulte extraño, que me atreva a decir, que es una energía que se capta en el aire, presentida en el interior como un desasosiego que te dice, que ahí, no debes seguir, que debes salir de ese círculo viciado, o de lo contrario absorberá tu fuerza…
No quiero que nadie piense que me creo un mosaico de virtudes… ¡Qué más quisiera yo!..., Mi imperfección es la que mas disgustos me da, creo que tengo más defectos que una bola de billar cuadrada, y el ser consciente de ellos, los agrava, quizá por mi imposibilidad de dominar mi excesiva debilidad. Si puedo decir, que me tengo por sincera, jamás presento doble cara y me expreso tal cual soy, aquí y en mi vida cotidiana, de ahí que la falta de sinceridad me cueste perdonarla tanto….

Dicho lo dicho, este fantasma con orejas y rabo, más cuadriculado que un demonio, que a veces persigue mis sueños, se exteriorizó, con ese especie de poema, que si no toma la debida forma, amenazaba con ahogarme en su propio estilo de exorcizarse.



Cuando me haya ido

Hace tanto tiempo que eres lluvia
Y no haces tregua, salpicado mis ojos.
Una tempestad instaurada en mi corazón
de vientos insociables, indomables
moviendo sus brazos de río rebelde…,
con cada trueno de tu agitada alma,
reverdece el relámpago impío, mordiendo ,
avasallando con su furia de fuego…

No encontraras la línea de mi horizonte
cuando yo me haya ido, en esa hora elegida,
mortaja del canto del delfín en la noche.
Y pensarás en mí como un ave que pasa,
que resuella sus alas en una triste queja,
de viento y arena, que se entremete
tras las cortinas de la frondosa niebla…

Será, cuando mi recuerdo se duerma.
Y ya no habrá flores en mi camino,
ni piedras que hirieran mis pies.
Se perderá la nueva huella a retocar
borrando la ausencia en tu memoria.
Seré solo una evocación nostálgica
que sientes que te llama desde lejos…

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