Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

miércoles, 8 de agosto de 2012

El hombre eterno.


Pretender que los demás vean las cosas como tú las ves, es algo difícil, pues cada cual tiene su capacidad de percepción, conducido por su personal raciocinio, sus circunstancias o sus ideas, tan respetables como las tuyas, eso sin hacer inciso en los intereses, que demasiadas veces son la causa de una conducta, por muy deshonesto que resulte. En ese sentido lo que me saca de quicio, es el menosprecio, la lapidación gratuita de lo diferente, lo que se opone a tu sentir o aún peor, lo que se contradice tus intereses. Y es que siempre habla un lisiado en la puerta de un cojo, o mejor dicho; “justicia señor, pero por mi casa no”…
Hacer que el mundo y lo que supone pertenecer a él, sea equitativo para todos, es la quimera de las quimeras, el sueño de los grandes utópicos nacidos a la luz de la tierra. No obstante no cuesta tanto trabajo, ser consecuente con lo que decimos, y hacemos, meditar si somos justos y si no lo somos, que nos reporta no serlo. Ofender, hacer daño gratuitamente es la sinrazón de las sinrazones. Siempre he pensado que no tengo la culpa de que el cristal de mis ojos me dibuje todo con una aureola de verde, ahora bien tampoco tienen la culpa aquellos que esa aureola tenga otro color, por lo tanto no debo prejuzgar, juzgar a nadie, debo escuchar, sospesar esa diferencia, esas razones, y pensar que la verdad absoluta, salvo en lo evidente, que son razones que van contra la vida, pues no la tiene nadie, debemos buscarla de forma conjunta, que es quizá lo único que se puede ajustar a lo más justo y equitativo para todos… En fin, que quieren que les diga, que no tenemos arreglo, que lo que expreso con palabras, jamás se llevará a la práctica, pues sí, siempre va a ser así, el orgullo, la prepotencia, la arrogancia, más que defectos son vicios que nos dominan y en el pulso con la tolerancia, ésta será derrotada, lo que no quiere decir que podamos meditarlo...

Os dejo un poema, del cual, algunas estrofas he escrito directamente sobre la ventana del estado, por eso os parecerán familiares…
Gracias a todos…
Mil besos pletóricos de la tolerancia más exquisita que he encontrado…



El hombre eterno.

El árbol yace conquistado en un aullido de impotencia,
fiel a la tierra que alimenta sus raíces.
¿Qué tiene el germen infesto de este tiempo?
Que va desnudando la arrogancia de los años.
Queda el verso suelto, lloroso de su rima en un peristilo.

Fue quizá majadero, aquel que alzó su voz
como si fuera una imperecedera semilla…,
¿Qué es ahora?, Un llanto seco que desarmoniza
las claves del poder, abrillantado sus fauces.

¿Qué hay de aquella esquina de áspera piel?,
Su frío acoge el oficio más antiguo conocido,
vejado, en el criterio sobrio de los siglos.
Y van los haraganes de diente plateados
a comer de su plato los mejores manjares.

Impávida, espectadora soy, que conmocionada
se guía por las bridas de ese reloj pendenciero,
que nos hace presos del momento más justiciero.
Y no hay más clemencia que el peso de la balanza
que se equilibra con el ajuste de esas crueles manecillas…

Tela de araña, oxidada, camuflada en la etiqueta
Con demasiados siervos que hacen una apología
de lo que consideran que es, la verdadera libertad.
Y un nombre sin apellido, por la extensión de su mapa.

Todo tendrá su fin para mi hambrienta vista,
menos los sueños del hombre eterno
en su insaciable sed, de hallar la justicia,
oculta en un entramado de conjugación cínica,
solo perceptible para los ojos de unos pocos,
gigantes en sus miserias, la guardan bajo llave.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"