Primera comunión de los cuerpos

Todo un reto es este poema, como íntima puede ser la primera experiencia sexual, que como todos sabemos, no nos dan un boletín instrucciones y aún menos asistimos a clases previas para aprender la práctica, jajajaja… Dicen que la naturaleza es sabia y ella sola por intuición se guía en la lúdica tarea de la perpetuación de las especies… ¿Qué somos en definitiva?, Parte de esa naturaleza, expresada en energía y representada a través de un cuerpo, que ya tiene en sus genes una inclinación sexual definida, que de forma inconsciente establece lo que somos, puesto que la sexualidad rubrica todo nuestro comportamiento, como nuestra apreciación sobre las cosas y en la expresión de los sentimientos y esto no lo digo yo porque si, es algo que Sigmund Freud, descubrió al mismo tiempo que sentó las bases del psicoanálisis. Todo ser humano, no solo, no debe inhibir su sexualidad, debe de encausarla según la siente y disfrutarla, como algo natural y normal o de lo contrario, corre el peligro de atrofiar lo que es como ser humano, bien sea desviándola sobre otros sentires, como puede ser la dedicación exclusiva a los demás, cosa que no siempre se consigue de forma armoniosa, de ahí que se den casos de desviaciones ilícitas que hacen daño, no solo al propio individuo, también a los demás…. Ojú!!, La vedad es que yo solo quería hablar de la primera experiencia sexual y me he ido por los cerros de Úbeda, es decir por otros derroteros, y es que el parrafeo me gusta más que mecerme en los laureles de Eros, incitado por Afrodita y con eso se corre un alto riesgo, que es nada más y nada menos que intentar cubrirse con una camisa de once barras y luego quejarse de que los zapatos te quedan pequeños…. Tomen amigos míos esta pequeña ilustración de mi poema como una reflexión personal de esta servidora, que sabe los justo de la vida y siempre se expresa en voz alta….

Gracias a todos..
Besos

Primera comunión de los cuerpos

Eros alzó el vuelo desde Venus,

esa noche despojada de su velo.

Majestad que tienta con su mirada,

desnudándome con aleteos de lujuria,

y sin mover sus dedos me sonroja.

Un temblor se escapa de mis labios,

despertando el fervor de la delirante lluvia,

que comulga con una salvaje premonición

de besos hambrientos del caudal de mi boca.

Leo esos enrevesados pálpitos

que aúllan deseo contenido,

frente a los pétalos de la rosa cautiva.

No se apresura en romper la coraza,

por beber sorbo a sorbo ese momento

donde la inocencia se curva en anhelos.

Se hizo la sangre hoguera en mis venas,

ante el dios Titán derrotado por mi estigma,

y suavemente enlazamos la cumbre

que nos dio acceso a tocar los cielos

para rubricar el comienzo como eterno,

donde nuestros cuerpos se reconocen

porque dos almas se juntan en una.