Un alud de presagios

Resulta un tanto humillante cuando se ha asumido la madurez, reconocer que pensar en tu futuro, te genera cierta incertidumbre, cierto pesar…. Dicen que el tiempo maneja su reloj según le conviene, que puede ir en un Ferrari de fórmula uno o compitiendo en lentitud con el andar de una tortuga, todo en su afán de esclavizarnos a su portentoso dominio sobre la estancia asignada a cada uno a los laureles de la tierra.
Vivir es un instinto, que prevalece por encima de todo, sin embargo hay a quien vivir se convierte en una empresa difícil. Es duro levantarse cada día con esa fijación; el querer y no poder, es como un castigo por no haber pagado los impuestos equitativos por tu derecho a ella. Es ahí, donde yo me sorprendo del poco valor que se le da, lo complicada que se suele hacer, las luchas estúpidas por diferencias de pensamiento, olvidando que la riqueza es la variedad, y sobre todo ese ansia desmesurada por el poder, con su ostentosa corona de oro. Todo sin olvidar, la pugna entre sexos; ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedio; la diferencia entre gozar de un sentimiento y la de gozar de la ingenuidad de alguien, como la libertad de elegir ser y estar sin pertenecer es toda una institución que unifica, delimitando la libertad de cada cual.
Feliz Navidad a todos y amar mucho en toda su extensión, que es lo que más glorifica la vida. Y después a seguir cosiendo agujeros a la economía para intentar defraudar a esta maldita dama que nos rige la vida, La crisis...

Un alud de presagios

Me pregunto a cada paso que dan los días

En el mirar somnoliento de las tardes,

y en esas noches de océano crepuscular

donde la luna resignada naufraga.

¿Qué misterio guarda la roca en su corazón?

Que no se inmuta cuando las huellas se pierden…

Acaso no tienen memoria las anémonas,

adheridas al tiempo, anunciando presagios.

Como puede entonces el aire turgente,

fulguroso de vicio arrancar sus raíces,

sin pedir permiso a la marea embravecida…

Me cautiva mi vida escrita sin rótulos,

tanto como me asusta la que viene en cursiva.

Porque no existe un guión póstumo, establecido

como el brillo del cristal, con sus redes cifradas,

sin evitar la discusión de sus encontrados vértices…

Si limpio la lente de mis ojos verdes,

como del paisaje pintado en mi memoria,

antes de que se duerma la lluvia de soles.

Se peinarán sus cabellos los inviernos

que azotan esta alma estremecida…

Vienen fatigados los años de esperar

el regreso de mi imagen en el horizonte,

delineando estrellas fugaces como olas,

en la distancia de los astros que me protegen

mientras lloran los pájaros sus hojas de primavera…