Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

miércoles, 15 de agosto de 2012

Pinceladas confusas


Pinceladas confusas

De que me sirve derribar murallas
con el sonido del espíritu de una flauta,
Si su tesón es volver a reconstruirse…,
Mientras se extiende airado de razones,
abreviando su raíz en el campo santo,
con el fulgor frío del héroe en combate.
Como aquel que sostiene sus cimientos
en una aureola equívoca de ave fénix,
que se cree hijo del cielo en movimiento.

Me acaricia el viento gangrenado de la tarde,
con su hambriento mensaje, de otro tiempo,
Y ese haz de luz que devasta la longeva vid,
en otoñales racimos mestizos, sin futuro...
Son como el llanto angustioso de un niño,
que despierta asustado de esa noche,
de lamento triste, por sus estrellas muertas…

Veo pasar mi barca, entre remolinos, rio abajo,
con demasiado lastre por equipaje…
Nunca supe diferenciar los deshechos,
de los silencios de las manos de piedra,
que sostienen los parajes derruidos,
Frente al bosque de pinos de cabeza inclinada.

Ese dios cómplice, que no conoce la ira,
que hace hermana a la errática sombra
de alma ardiente, y dolor violento
frente a los espectros de los héroes,
de batallas por los altares de acero…
Aquellos que acallan orgullosos los amelos
que brotan en los jardines de la voz silenciada.

A ese dios elevo mi queja purpura,
al fondo de su prado ebrio de tristezas.
Donde el sol abre su puerta al sollozo roto,
De tantas bocas moribundas en negra pesadumbre…

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