El fresco es una de las formas con las cuales se denomina al vino mosto, recién acabado o vino tinaja. Es un vino que desde la cepa, hasta su crianza como el mejor fino, en bota de roble americano, como el amontillado, el oloroso, e incluso el P.X, tiene raíces con olores y sabores de tiempos muy lejanos en la historia. Ya en la era romana, se sabe, por reliquias arqueológicas halladas en la zona de Río Frío Alto, comarca que encumbra su nacimiento, y que atesora una forma de vida y de lucha, que abarca los términos municipales de Montilla-Moriles, traspasando sus fronteras a los municipios colindantes.
Es algo más que un medio de supervivencia, es una cultura, un sentir que se establece desde que crece la planta, que da origen a la cepa, hasta poder cortar ese racimo, que nos hará degustar y ofrecer un producto que agasaja el paladar. Racimo de matices verdosos, que trasluce ese color ambarino que bien podría rivalizar con el oro, por su luminosidad y su brillo, cuya transparencia heredaran sus caldos.
Es una tradición, es una inquietud, que todos los que hemos nacido o adoptamos y amamos esta comarca, sentimos como legado de nuestros ancestros, como si de algo genético se tratara. Cada uno desde su lugar de lucha; el agricultor, el trabajador que mima la tierra, jugando con las eventualidades climáticas y los contratiempos de las burocracias políticas. Y los distintos lagares de pisa que aún quedan, desafiando al tiempo y las conveniencias de mercado, sin adulterar la esencia pura que lo natural nos ofrece como recompensa.
Todos sabemos, lo difícil que resulta resistir, permanecer, y mucho más si lo que amamos, se menosprecia por desconocido. Me gustaría hacer fuerte esa necesidad, que de alguna manera está implícita en cada uno de los vecinos de esta comarca, como si fuera una bandera ondeando en su mástil, tratando de reivindicar el esfuerzo que supone no adulterar, ofrecer lo que son, adaptándolo a los avances de la tecnología sin perder autenticidad y calidad.
Que esa lucha sea reconocida, ha sido y es para toda esta cultura, la cultura del vino, una prioridad, en no permitir que nada ciegue la luz, cuya fuerza acabara atravesando puertas hasta hallar el lugar justo que nos merecemos y poder exhibirlo con orgullo, por algo son los únicos vinos con graduación alcohólica natural.
Gracias a todos…
Mil besos embriagados con los mejores caldos de la denominación de origen Montilla-Moriles..
Es algo más que un medio de supervivencia, es una cultura, un sentir que se establece desde que crece la planta, que da origen a la cepa, hasta poder cortar ese racimo, que nos hará degustar y ofrecer un producto que agasaja el paladar. Racimo de matices verdosos, que trasluce ese color ambarino que bien podría rivalizar con el oro, por su luminosidad y su brillo, cuya transparencia heredaran sus caldos.
Es una tradición, es una inquietud, que todos los que hemos nacido o adoptamos y amamos esta comarca, sentimos como legado de nuestros ancestros, como si de algo genético se tratara. Cada uno desde su lugar de lucha; el agricultor, el trabajador que mima la tierra, jugando con las eventualidades climáticas y los contratiempos de las burocracias políticas. Y los distintos lagares de pisa que aún quedan, desafiando al tiempo y las conveniencias de mercado, sin adulterar la esencia pura que lo natural nos ofrece como recompensa.
Todos sabemos, lo difícil que resulta resistir, permanecer, y mucho más si lo que amamos, se menosprecia por desconocido. Me gustaría hacer fuerte esa necesidad, que de alguna manera está implícita en cada uno de los vecinos de esta comarca, como si fuera una bandera ondeando en su mástil, tratando de reivindicar el esfuerzo que supone no adulterar, ofrecer lo que son, adaptándolo a los avances de la tecnología sin perder autenticidad y calidad.
Que esa lucha sea reconocida, ha sido y es para toda esta cultura, la cultura del vino, una prioridad, en no permitir que nada ciegue la luz, cuya fuerza acabara atravesando puertas hasta hallar el lugar justo que nos merecemos y poder exhibirlo con orgullo, por algo son los únicos vinos con graduación alcohólica natural.
Gracias a todos…
Mil besos embriagados con los mejores caldos de la denominación de origen Montilla-Moriles..
El fresco
Otoño que hueles a mosto recién fermentado,
abre la boca la tinaja a la estación del vino fresco,
él que lleva la primavera en su alma…
Su madre cepa esta ya despoblada,
Y gime en la puerta del invierno su letargo,
el que gestará la miel de la nueva cosecha.
Caminante haz una parada antes de llegar al cerro
Y mira las vides que dibujan este paisaje.
Haz un descanso en tu camino de peregrino
Y atesora el rubí que en ellas se esconde…
Que poder tiene el vino de esta tierra;
Hay quien lo bebe para olvidar,
Y la alegría es el filtro que de él se derrama
Hay quien no sacia su sed, si no lo santifica como agua.
Y en mi, hay doce uvas que bebo como memoria
la que está escrita en la hoja como un mapa…
¡Ay, ay, pásame esa copa
que beba el oro de esta tierra!
El que nace allá en la vereda,
en la viña del viejo lagar.
Es romana, mora, judía y cristiana,
la sangre de sus venas.
Y yo, me enamoro de su olor
y se pierde mi boca con su sabor.
¡Ay, ay, Pásame esa copa por favor!
¡Pero que belleza de poema! Y una maravilla la introducción, muy emotiva y que hace honor a la cultura del vino, tan especial, tan única. El vino es el producto humano que mejor refleja los aromas y los sabores de la tierra en que se cultiva su uva. Magia, o en todo caso una bendición de los dioses.
ResponderEliminarNo hay caso, si algo envidio de tu país es eso, el hecho de que lo que tenga que ver con el vino está metido en el alma de su pueblo y su historia. Y claro, envidio los maravillosos vinos que por allí tienen (ni hablar de la cepa "Barbera", que es propia de tu tierra española y que aquí casi no se produce y cuando se hace no alcanza la calidad necesaria).
En fin, ¡salud!
Hola Navegante…
EliminarGracias por aceptar mi sugerencia, y por valorar no solo mi texto y poema, que ya con ello, es un regalo para esta humilde mujer con una inquietud tan adherida a sí misma, que es su aire, su piel…, también nuestra cultura, la cultura de mi pueblo y mis gentes, pues aquí todo se mueve en torno al vino, como también con el aceite de oliva, además su influencia se aprecia nada más pisar nuestra comarca, degustar nuestra gastronomía, observar el sentir y la expresión de todos sus habitantes, sus paisajes…,
En España tenemos un total de 70 Denominaciones de Origen del vino…, los nuestros quizá no sean los más reconocidos internacionalmente, lo que te aseguro, que son de gran calidad, son los únicos reconocidos de graduación de graduación alcohólica natural, es algo que se logra, en consonancia con la cepa, planta que se cultiva, suelo y clima, eso la recolección del fruto, en el momento justo, con grado baumé adecuado, algo muy laborioso… como la elaboración de nuestro PX (Pedro Ximénez), dorando las uvas al sol, un deleite de sabor para los paladares… y no te digo más, que me emociono y no acabo nunca, jajajajaja
Gracias nuevamente
Besos