Duérmete conmigo
Descríbeme las soledades
que son patrias en tu alma,
aquellas posadas en tu mano,
corazón de ave palpitante.
Amenaza errante de vuelo
escapada del cielo de tu boca,
quejido solitario desesperado
que amarra sus alas al aire,
exhalo de tu rota garganta.
Que cuna te tengo que hacer
en la península de mi pecho,
para que me llore tu frente
el sudor cansado del tiempo,
llovido de todos tus océanos,
o quizá fueron continentes
espoleados por mil guerras
que forjaron sus férreos raíles
en los caminos de tus arterias.
Dímelo al arrullo del canto,
con el que se me derraman
armónicas lágrimas en clave
de una nana, que solo desea
dormir tu cansancio dolorido,
por ser isla dejada, abandonada
del archipiélago, de la
superficie
del mar de tus vencidos sueños.
Se niño, y duérmete conmigo.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"