Pequeña
Soy ese vuelo de ave
resucitada a ras del suelo.
Huella del Fénix, alto mirar,
dejando la altura caer
para rasgar caminos
en el candor azul celestial.
Donde primavera es siempre
en el alma de la libertad.
Tengo trigo en mis manos,
letargo del futuro pan,
y me llueve un rocío triste
en mi enmarañado pelo,
vino mañanero del paladar
de los días, que contraen
sus bocas por el frío blanco,
que hiere sus corazones.
Trozo a trozo, más pequeña,
grande en el caer de la tarde,
al saltar cada estrella al cielo,
luciérnaga tal vez, o rosa
deshabitada del jardín del edén.
Yo, mujer con una sola maleta,
que tiene alma de amapola
fija su mira en el horizonte.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"