Que…
Que tenacidad la tuya
nutriendo mis silencios,
susurros serpenteantes
aploman el mudo respirar
de las algas crecientes
bajo los ruidos dispersos
atrapados en las sombras
desatadas en mi oído.
Cuerpos dados a la piedra,
relampaguea con desdén
la noche, norte a través
en su océano estrellado
danzando al amor, su fiebre,
buscándonos, acogiéndonos
en su coordenada brillante,
amándonos con desespero.
Que voracidad la tuya,
es hambre en mi, semilla
brote, germina luciente
desterrando la fría yedra
enredadera en tu manos.
Quiero el olor a jazmines
que respiran tus poros
aromatizando mi piel.
Quiero lucirte sincero
todo entero solo una vez.
Después que amaine el ves
de este sueño inacabado,
vistiéndose de nuevo el cielo
la tierra, el camino que abra
a la esperanza sin uniforme,
al renacer otra oportunidad.
Pocas veces he leído un poema de amor y sensualidad que haga sentir al lector tan a la perfección los aromas, las visiones y los reflejos del tacto.
ResponderEliminarHablar de la profundidad de tus textos ya es redundancia, solo felicitarte y agradecer el que pongas en conocimiento de la gente, me incluyo, semejantes poemas.
Besos.
Hola Navegante…
EliminarGracias, como siempre es un placer leer tu opinión en mis poemas, en este caso un poco retrasada mi contestación, pero no por ello, ajena a mi interés, ya te hablé que me muevo con inconstancia, quizá por esta personalidad que me cuaja, que no puede con una cosa y determina llevar cinco hacía adelante, y acaba con los días en 38 horas, con muchas de ellas, superada en su límite… por eso si no escribiera creo que me ahogaría en esta profanación que le hago al alcance de mi ser, es una catarsis que sin duda me libera de muchas cosas…
No sé cómo va de actualizaciones tu blog, aprovecho y pasaré a leerte a ver qué nuevo perfume serena mis sentidos…
Besos