Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

viernes, 12 de octubre de 2018

Testigo cielo




Testigo cielo

Cielo que me acogiste en tu fragua,
interrogas inútilmente al error
que fue mi camino hasta tu estela,
rompiendo su esquema en el aire,
para que no se prolongue nunca
su credo,  ni su equivocado norte
en el matiz de la niña de mis ojos.

Es el fuego que me besa las tardes,
el mismo que  irisa frío en tu nuca
ahogando al sol en tu hondo océano,
el que señala con rojizas llamaradas
todos aquellos dormidos amaneceres,
que aún a mi vida nada han dicho,
tampoco al celeste de tu bóveda. 

Cielo amparo, sosiego de la noche,
una de tus estrellas me guarda,
me recuerda en su mirar brillante,
que para subir a tu firmamento
nunca será necesario una escalera,
si, escrutar un pedregoso camino
esquivando piedras contra nadie.

Así, al fin, despertara la llama,
cálida a la luz de mis sentidos.
La alborea despuntado radiante,
un mensaje escapado de mi boca,
una copla que cantan los luceros,
agua derramada, lágrimas sutiles
lloradas en el atlas de las hojas.



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