Derrotado
Conté el mudo secreto
con voz desgarrada
al destrozado paisaje,
tenía el alma mordida
por la boca del tiempo.
No desperté su preñez,
ni el violáceo frescor
de los juncos verdes
en la silenciosa ribera.
Y se fue despacio el río
mucho, mucho después,
y en sus aguas te lleva,
yo te sigo trasparente
en el espejo de su alma,
canto del olivar viejo,
rubí que llora clemente
tus venas octogenarias,
me roba el grito sordo
de mi seca garganta.
Una protesta del sueño,
de la quimera errante,
por todas las siluetas
sin sombra en el bosque
de los siglos vencidos
guardándote derrotado
en sus selectivas memorias…
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"