Río
Sumerjo fría, con sueños
de deshielo en mi sangre.
Bajo la mantilla blanca
cual perla que escapó
de la hilatura de su cárcel.
Dejo de ser en la montaña,
estático, deseado brillo,
para despertar en tu valle,
en color de primavera.
He venido, la espera tengo
del río en mi naturaleza.
Solo a hierba sabe la carne
sujeta al barro, a los juncos
de mis inquietas orillas.
Traigo un otoño triste
envuelto en mis brazos,
mensajero de todas esas
derrotas en mis latitudes.
Vives, en mi, en mi fondo,
en mi temblor de agua
que baja por mi cauce,
pues es tu mar mi destino,
allí, solo tú serás mi vida.
Mis inquietos ojos abren
a tu gran silencio oceánico,
y adherida a tus arrecifes,
me arropas suave, toda.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"