Regálame la rosa roja
Regálame una única rosa,
de bellos pétalos rojos.
Lúcida y superviviente
en la piel de este poema,
fruto del efímero deseo.
Completa de hipérboles
en el cauce de sus venas.
Están ahí los anhelos
de esa niña que duerme
una quimera regalada,
ciega carente de destino.
Ahora paradoja errante
que no se sabe confirmar,
con flor de jardín alguno.
Regálame esa rosa amante
de la luna, luciérnaga guía
del resplandor quebrado
de tantos albas itinerantes,
que partieron de su boca.
La noche espera al gozo
yo el sugerente perfume,
de la inocente sonrisa,
incapaz de tocar el amor
en su inmaculada desnudez.
Regálamela, hoy, mañana,
el ayer, ya paso de largo,
sin mirarte, sin mírarme.
regálame, ahora, esta rosa.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"