Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

viernes, 20 de abril de 2018

Mía



Mía

La vez primera que vi tu rostro
pensé robarle ese instante
al tiempo, gravarlo en mis ojos,
en secreto, encerrarlo con llave,
profundo, dentro de mi corazón.
¿Qué fue lo que tú me dijiste?
¡Eres mía, mía, únicamente mía!.

Aquel primer beso que me pediste
fue un beso disfraz,  vuelo de paloma,
posado en tu boca, sin rumbo certero
encalló en  el triguero de tu lengua.
Peregrino fue, agotado hacia tu sed
un Hércules acudiendo a la llamada,
¡Eres mía, mía, únicamente mía!.

la primera vez que quise tocarte
se me escapó la queja temblorosa
al soñarte cerca, y sentirte tan lejos.
Tanta tierra por pisar, para alcanzarte
El último  sinfín creado sin retorno
se retuerce, es música cantándome,
¡Eres mía, mía, únicamente mía!.

Sentí tu cuerpo, esa primera vez
moverse, ser en mi  un absoluto todo,
un crucero de luciérnagas volaron
su paraíso a mi ser con sus luces. 
Y fue el trineo de la osa mayor
la que cruzo mis cielos repitiéndome,
¡Eres mía, mía, únicamente mía!.

Los cielos bajaron sus parpados,
te vi al final de la infinita estela
del horizonte guiñando a la noche
despidiéndonos de la luna.
Y los luceros del alba fueron
esta vez los que me cantaban,
¡Eres mía, mía, únicamente mía!.


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