Mía
La vez
primera que vi tu rostro
pensé
robarle ese instante
al tiempo,
gravarlo en mis ojos,
en secreto,
encerrarlo con llave,
profundo,
dentro de mi corazón.
¿Qué fue lo
que tú me dijiste?
¡Eres mía,
mía, únicamente mía!.
Aquel primer
beso que me pediste
fue un beso
disfraz, vuelo de paloma,
posado en tu
boca, sin rumbo certero
encalló
en el triguero de tu lengua.
Peregrino
fue, agotado hacia tu sed
un Hércules
acudiendo a la llamada,
¡Eres mía,
mía, únicamente mía!.
la primera
vez que quise tocarte
se me escapó
la queja temblorosa
al soñarte
cerca, y sentirte tan lejos.
Tanta tierra
por pisar, para alcanzarte
El
último sinfín creado sin retorno
se retuerce,
es música cantándome,
¡Eres mía,
mía, únicamente mía!.
Sentí tu
cuerpo, esa primera vez
moverse, ser
en mi un absoluto todo,
un crucero
de luciérnagas volaron
su paraíso a
mi ser con sus luces.
Y fue el
trineo de la osa mayor
la que cruzo
mis cielos repitiéndome,
¡Eres mía,
mía, únicamente mía!.
Los cielos
bajaron sus parpados,
te vi al
final de la infinita estela
del
horizonte guiñando a la noche
despidiéndonos
de la luna.
Y los
luceros del alba fueron
esta vez los
que me cantaban,
¡Eres mía,
mía, únicamente mía!.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"