Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

jueves, 26 de enero de 2017

Ya no importa


Ya no importa

Ya no importa que la flor muera,
los rosales cierran sus ojos heridos,
el sol cesa su canción de primavera
a un prometido sueño por florecer.
Huir hacia dentro desolada y sentir
la muralla del amor roto, sobrepasa
esta estrella afligida, con emoción.

Ahogo mi dolor,  y ya no importa.
Un instante, es el límite suficiente
en ese espejismo del vacío jardín,  
donde la luz de los solitarios días
lo pueblan somnolientos helechos,
nacidos de la ardua fatiga, errante,
seguido al grito de la tarde, al morir.

Ya no importa, ensueño o distancia.
Solo el cielo abre su puerta, bello,
al amor mío, y los besos son palomas
volando desde mi frágil boca, tristes
posan su baldía ternura, en un sentir,
inmortal, frente a la indolente nada.
Alma en la existencia, por haber sido.

Ya no importa la desamparada encina,
sin sombra bajo el rictus de sus raíces.
Hosco frío,  despierta irascible,  en mí,
sin consuelo, los silencios dejo llorar,
y oigo el desencantamiento mendigo
en su reino de abismo, al caer la noche
sobre los arrayanes de mi ocaso gris. 

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