…Y llegó el otoño
Buscaba la belleza,
sin alma la encontró.
Acarició su tersa piel,
de cráter frío de hielo
contenido en su aire.
Amanecida de espumas
en los cristales rotos
de la hambruna cobarde,
tan apurada de tristeza.
Subyacente en la oscuridad,
iluminada soledad persiste,
adherida a la arruga,
en los arrecifes del dolor,
amuralló sus ilusiones,
amamantadas de inocencia
como lágrima de niño,
en los marítimos vergeles
húmedos de desesperanza.
Las lavas del olvido,
firmaron su sentencia,
aspirando el viento triste
de la impedida animación,
con el aliento de las orillas
verificado en los troncos
vegetales y anhelantes,
escogiendo el momento
para hacer dormir sus hojas.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"