El mar que nos baila
Bailas junto a
mí un ritmo que no sigo,
se van juntando
los acordes en las olas.
Despliegan sus
ganas sobre el arrecife,
igual que tú, no
saben hablar a su interior
guardar sus
misterios hacia dentro,
por eso estalla
su brava vehemencia.
Desmaquillas de
pesar la inocencia,
desvalijas mis
defensas con tu pasión,
ignorante de la mar
que nos llama
desde su calma
mensajera de sueños.
Una vez su osada
marea soñamos ser,
bizarros en su
continente acuoso.
Siempre a bailar
esa belleza de zafiro,
invitados a su
festín como dos dioses.
Encamar los
cuerpos en honor a Poseidón,
es una extraña
danza de gloria y tragedia,
donde tu memoria
me registra a penas,
vanagloriándose
de una riqueza excluyente.
Siento que me
despido en cada huella,
y no te sigo en
la coreografía marcada.
No es feliz mi
sombra en tu costumbre
de confundir el fútil
placer con el amor.
Y ese mar que
nos bailaba a todas horas
amplia su
horizonte cada día, alejándonos.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"