Allá
La huella del
presagio sobrevive,
le abre la
ventana a las estrellas.
A ellas, dormir
es solo aritmética,
sin calles
anexas al regreso.
Desgarrar la sed
de la memoria
antes de que en
su alcoba se seque,
dejada de su
tersa dulzura.
Morirá la risa
en tu cabello,
será caricia
dolida errante,
en los años que
se te destierran.
Tantos vacíos
que en mi se quedan,
un adiós de
valor torturado,
con la voz de
las lágrimas muertas,
en ojos cansados
que se cierran.
Nada será eterno
en el amor
ni con
subordinadas suplicas
a ese dios de
silente papel.
Vendrá después
el hambre en la ausencia,
pétreo corazón
macerado.
El tiempo no
tiene conciencia
ni tiene sombras
en los parpados.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"