Primer amor

Primer amor

La costumbre de los naranjos en flor, azahar que inyecta su aroma adictivo en mi voluntad, me atrajo al lugar donde correteábamos de niños, ajenos al ritmo rápido con el cual el reloj marcaba la velocidad de la vida. Es por eso que me sorprende tu imagen desdibujada por las heridas de los caminos de tus sueños de aventuras. Una extraña visión, héroe escapado del confín del purgatorio redentor del que arrepentido quiere sanar lo que sangrando dejó y hoy no queda ni la cicatriz.

Es tu mirar de pradera serena, alfombra verde de anhelos dormidos. Se me presenta conmovida y triste en la carencia de aquello que tu corcel viajero por los mundos perdidos en los mapas, nunca borró. Se dibuja ese juego que sin saber traspasó la frontera de la niñez y despertó la necesidad curiosa, instinto primario que creció junto al rosal de la primavera, con su primera rosa blanca con sabor a beso inseguro y sorpresa de sentimientos desconocidos.

Se perdió entre el lamento de la melodía que las cuerdas de mi tristeza recitaba, alegría de la niña, sentir que supiste despertar con la mujer. Primaveras de flores regadas de lágrimas, y pañuelos empapados de desconsuelo, esperanzas enterradas junto a las vasijas rotas. ¡No!, No queda nada de esa niña mujer. Nació de nuevo reinventada, pintando su bello arcoíris apaciguando la fluida lluvia y secando el cauce del arroyo que llevaba nuestros sueños.