Tú
me lo diste,
tú
me lo quitas.
Camino
abajo lo oí llorar,
no
era su llanto eran los latidos
mi
corazón gritando de frío.
Del
monte de los lamentos
comenzó
a caer la lluvia.
No
llovía,
eran
resbaladizas lágrimas
derramándose
desde la cima
alta
de mi callada tristeza.
Tú
te lo llevas,
porque
tú me lo distes,
una
noche sin luna
ausentes
todas mis estrellas.
Abrazo
cerrando puertas
a
todo, y todo éramos.
Ahora
la eternidad le abre sus ojos
cerrando
los suyos.
Escuálida
oportunidad
yace
meditabunda evitándole,
con
cadenas a sus pies, no llega.
Tú
te lo has llevado,
porque
tú me lo trajiste,
días
de sol y flores
para
mi sonrisa triste.
Es
la niebla, reina y señora,
cubre
los pasos a dar,
el
camino a recorrer.
Solo
una laguna infame
se
prende, la sombra oscura
como
velo distanciando
la
vida con la muerte.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"