Otoño II
Inquieta vida me distrae,
igual al caer de las hojas
en las avenidas de las tardes.
Se suceden a todas horas,
yaciendo en sus aposentos.
Detrás de los cristales grises
llueve el sueño de dormirse,
y no habrá un responso al luto,
hasta que se despierten ocres
los ojos de la nueva estación.
Campos, cerros, discuten
sus profundos anhelos
bajo las brasas de la tarde.
Agitados pájaros miran
las coordenadas del cielo.
Todo está rugoso, turbado,
con marcas bajo sus ojos.
Son como sombras ojerosas,
huellas del cansando tiempo.
Siempre de frente expectante.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"