No podrás
No podrás velar el cristal
si por espejo se te ofrece,
porque la albahaca da olor
al viento que a tu talle ciñe
el correr del rígido tiempo.
El fondo de la tierra lo sabe,
el murmullo del seco silencio,
y el rancio pesar de las mareas
que coronan ahora tus cielos.
Los oscuros quejidos invernales,
circundan con su grisácea ceja
en brillo de plata sobre tus
ojos.
Son racimos de negras nubes,
vagabundas, que te mojan
trasuntes tu estepa llameante,
con sus aglomeradas penas.
Unas veces con emotivo llanto,
otras en furibundas letanías,
sacando el dolor de sus baúles.
Tan resguardado de la polilla,
de la carcoma, trago a trago,
de alcanfor borracho vivirá,
pero tú no podrás dar sin hilo,
punto a la llaga que suture.
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