Selva
Camino la herida callada del bosque,
clara mañana que me cose recuerdos
al costado de su ausencia, tan presente.
Su nombre respira melancólica lluvia
en la maleza de sueños enredados,
de verdor en su mirar de
primavera.
¿Qué he de decirle a la selva cautiva?,
Apena en sus ramas hay biorritmos.
Ánima de árbol en la piedra punzante,
de ira liberada en círculos infinitos.
¿Cómo rescatar sus vegas del dolor?
Acordarme de su pájaro cantor,
es mirar al cielo del llanto en relieve,
dulce sinfonía amanecida de sí misma.
¿Dónde duerme ahora su realidad,
transformada la sombra en grillete?
Lacerante despedida fue acaecida
frente al habla de los labios lacrados.
El hermético argumento es un estigma
ahora, para la voz en la espesura.
La estepa no quiere prologarse,
hay una acequia de sol en su garganta,
afrenta sus venas con seco viento,
a su cara yerma, de sabana doliente.
Haces de colores arden en su cabello
vigiladas por los fluviales en la llanura,
no hay voluntad alojada en su foresta.
Y yo, sigo el trayecto desvío al desierto
de emociones, hasta encontrar arenal
que me descanse de su páramo triste.
Tal vez la selva habite nuestros pensamientos mientras caminamos, y al enredarnos deseamos llegar al desierto.
ResponderEliminarPero el terreno fértil siempre lo será, creo que debemos ser pacientes a cada paso, estemos donde estemos. Y confiar.
Un abrazo.
Mi Selva me aboga al desvío, Navegante, le da miedo que yo pueda mirar su jungla, y menos acompañarla en ella, por eso he de atravesar el desierto de emociones, para poder descansar del dolor de su ausencia... Gracias amigo... Besos
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