Evocar
Evoco el momento del olvido
en sus frías aristas cristalinas...,
flor abrasada de leves instantes,
conjúrame la piel del tiempo
regresando de la resaca ciega
de las sombras en los abedules,
tan alargadas en sus sueños
abriendo su cuerpo a la brisa
bajo el perfil caído de los montes,
mientras de su volátil mano
recrea sonriente la voz generosa
de mi memoria más palpitante.
Me asaltan los siglos perdidos
con sus inciertas borrosas figuras…,
ruego zarpar el aliento de nieve,
antes de que me bese su deseo
de rememorar las impías borrascas
en tanta gélida oscuridad doliente.
Tengo de oro trazado la cruz y el rito,
secreto desbastado de la dulzura,
cual corazón en llamas su vega atisbe
incendiando el acecho con su aliento,
la desgana, la semilla de la melancolía,
evitando que el invierno me alcance.
Torpeza del territorio de la pasión
en sus húmedos labios de mañana…,
fuese así enterrar tantas noches
sin renacer sus lunas de abstracción
en el mar glorioso de sus estrellas.
Imagínatelo tú, entregado a su carne,
recorriendo incierto, su curtido cuerpo,
mago renacido del aire y de la niebla.
Me muestras tu polvoriento saber
con citas furtivas de tantos soles rotos,
que me persiguen llorando las palomas
mensajeras de los otoños fantasmales.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"