Quisiera
Quisiera
despertar el arrullo
en la sien
del suspiro de la caricia,
pausado y
compasivo en su arriate,
llovido de
flores en su corazón,
aún digno de
la gloria de la vida.
A pesar de
la neblina del horizonte
puede
encontrar unas suaves manos
en su
laberinto de horas perdidas,
descender al
lecho cálido de la piel,
exorcizar
sus carecías del recuerdo,
hacia esa
fresca alma de amapola.
Pradera
cálida floreciendo dulce,
desnuda la
mejilla al beso puro,
heredad de
la dulzura tácita,
prendido al
labio demandante,
al juego
estrellado de unas manos,
a su
gloriosa llama de hiedra.
Sendas
embelesadas, inocentes,
labrándose
momentos secretos,
intuidos,
regocijados de albas.
Siempre al
cantar del poniente,
empapados
del cálido rocío.
Levantar la
airosa madrugada
de su
zodiaco dosel de titanes,
por ese
sediento delirio mágico.
Acero y
seda. Hombre y mujer,
despertando
la esencial belleza,
en el
esplendor del fruto del deseo.
Encendiendo
la celada noche,
sin tregua,
se buscan, se hallan,
Juntos,
nutren anhelos con delirio,
éxtasis
precioso apresura la cumbre,
paroxismo
que enaltece sus almas.
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