Saber amar
Me sacaron los ojos
tantas veces
que no sé si fui yo quien crié al cuervo
en vez de el mecer mi cuna.
Viajó a los cielos, tan solo, una pluma,
pájaro de hielo pudo haber sido
entre los trigos y los racimos de uvas,
un heraldo gris de un otoño triste
horadado de sudor y lágrimas.
que no sé si fui yo quien crié al cuervo
en vez de el mecer mi cuna.
Viajó a los cielos, tan solo, una pluma,
pájaro de hielo pudo haber sido
entre los trigos y los racimos de uvas,
un heraldo gris de un otoño triste
horadado de sudor y lágrimas.
No le pongamos cordura
al amor,
ni nombre a un amor, si no sabe amar.
Todo y nada, amantes de una noche,
incluso antes de ser impía la palabra
cuando el llanto alivia el presagio
alinea conveniente la llaga en la boca,
más la lengua, al paladar eleva la miel,
si la noche tiene ojos con los que ver.
ni nombre a un amor, si no sabe amar.
Todo y nada, amantes de una noche,
incluso antes de ser impía la palabra
cuando el llanto alivia el presagio
alinea conveniente la llaga en la boca,
más la lengua, al paladar eleva la miel,
si la noche tiene ojos con los que ver.
Hay tantas angustias
en las soledades,
se nombran pordioseras vagabundas
de los corazones rotos, desechados.
Ando de aquí, para allá, buscándote,
esa sutura en el punto breve del dolor
que me responda sin desangrarme.
Y en silencio mudo pregunto, gritando;
_ ¿Cuándo aprenderá el amor a amar?_
se nombran pordioseras vagabundas
de los corazones rotos, desechados.
Ando de aquí, para allá, buscándote,
esa sutura en el punto breve del dolor
que me responda sin desangrarme.
Y en silencio mudo pregunto, gritando;
_ ¿Cuándo aprenderá el amor a amar?_
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