Latido
Siempre me
persigue la misma sinfonía
me viste con su
voz de terciopelo
capaz de
dormirme con el beso del tiempo.
El momento se
desconcierta sobre mí,
no hay ríos navegables
en la piel olvidada
abandonada del
aliento del agua,
que temprano enamoró
los sudarios,
con sus voraces
bocas hambrientas de luz.
Me queda tanto
por decir al viento
que el iris se
me escapa de los ojos
al verter las
rosas sus pétalos cansados
a las espinas adheridas
a la inocencia.
Aún no ha
terminado su discurso,
aún no está
desnudo de instantes
el amor que
duerme en los estanques,
aquel que supo
despertar a tiempo
para ver los
ojos del milagro de la vida.
Haremos juntos
ese viaje de existir
con sus calladas
raíces en los misterios.
Tierra, agua,
aire, fuego, es ese cuerpo,
quizá aprenda a
volar en los azueles cielos,
a callar las abrasivas
bocas de los volcanes
pelear las olas en
tantos mares inciertos,
a calmar la sacudida
del esternón de la tierra…
Cuando ya la
letra de la canción se agote
Y cada nota se
nutra de despedidas
no habrá pájaros
en la cuna del árbol
durmiendo el palpitar
de sus hojas
al caer la bífida
lengua del invierno,
estarán ausentes
de la realidad exánime.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"