Tiempo
El aliento del tiempo
viene cargado de amaneceres
nonatos en oportunidad,
infantes de alma doliente
en sus sueños de ceniza.
Impoluto tiempo blanco,
pasa silencioso y nada deja.
Intrépido corazón de hierro
sin pausa que fragüe el destierro.
Su lamento es un ave de rapiña
sesgando gargantas en tardes
vencidas
y sus lágrimas son espejismos
en los conmocionados oasis
abyectos de arena del desierto.
Como rasgan las aspas del reloj
se clavan sin sangrar la herida
sin besar el recuerdo inocente
en su lápida olvidada de la vida.
Nunca vi su rezo sobre la hierba,
cuando la flor agoniza el
perfume,
ni desahogar tristezas en las
noches,
ni sus vigías melancólicas
estrellas
quitar la túnica al rostro de la luna
en las frías madrugadas de
invierno.
Roza mi piel apenas su rugido
como un rumor crepuscular,
la daga silenciosa del tiempo.
Aire, viento, luz, calor del sol
que rompe, hiere la mirada
de un destellante horizonte
por donde la vida se me escapa.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"