Página en blanco
Desenfunda el adiós hiriente
su espada de afilada hoja,
al gris pedestal sosteniéndome.
Agrieta la pesadez de los años
reunidos en la rota comisura
de mi boca, el rictus amargo,
por eso que se va para siempre,
y me sonríe tu gubia al tallar
el cambio, que tú en mí esculpes.
La pintura guiña al pincel
que rige el color de tu vida.
Podría ser pluma, bolígrafo
con tu reseña en su sangre
impresa…, es vida, espacio,
línea, que a mí me dibuja
toda en tu crecido norte,
un cromatismo enloquecido.
La tinta que me escribe
te baila en tus manos.
Déjala despacio posar
en mi teórica llameante,
ella, te suscribe de lejos
un juramento promesa,
capaz de danzar siempre
con tu coordenada letra.
Mi blanca página, es espacio
olvidado, testigo quiere ser
de la fogosidad de tu hombría
delineando el punto más álgido.
Siempre, ese atrevido vértice
que te coquetea desde su centro
con destreza, y mis caderas
moviéndose en tu imaginación
celosa de tu arte al imaginarme.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"