Las dudas de David

Las dudas de David

David estaba suspenso sentado en el asiento de atrás del coche, seguía enfadado. Pensaba que le daba igual las tonterías que le dijera papá, el no iba hablarle. Esta mañana le habían obligado ir al cole, cuando quería quedarse con mamá, amenazándole con castigarlo, si no se le pasaba la rabieta de niño chico,
-¡Qué bonito! , Para ir al cole era un niño grande, en cambio se tenía que ir a la cama a la hora que ellos le decían, porque era un niño chico, ¿Quién entendía a los mayores?-, Se enfurruñaba, cada vez más en sus cavilaciones, sentado en su sillita del coche.
El quería quedarse en casa con mamá y la llorona de su hermanita,
-No sabe jugar a nada, solo come, llora y duerme, ¿No sé, qué le verán?-, Se preguntaba…
-No sabe hablar y es tonta le ponen un chupete y se calla-, en su pequeño cerebro, analizaba la posibilidad de comportarse como ella y así tal vez le dejarían quedarse en casa.
También, estaba enfadado con su profesora, a él le gustaba jugar con sus amigos en el patio del cole, dibujar y cantar, en cambio ella había estado hablando de un señor llamado Dios, que él no había visto nunca, según ella, era el padre de todos,
-¡Qué tontería!, El ya tenía un padre y cuando fuera mayor, sería taxista como él- se reafirmaba en sus pensamientos, muy orgulloso.
- Mamá debe conocerlo, por que cuando se enfadaba siempre dice, ¡Dios mío! Y es que mamá lo sabe todo-, se decía a si mismo muy convencido.
En la tarde David olvidando su enfado, esperaba muy contento a su papá con las chuches prometidas a la vuelta del trabajo. Mamá estaba empeñada en que volviera a ver una película de dibujos, que se sabía de memoria, de tantas veces que la había visto, cuando el deseaba sacar sus juguete y jugar con su amigo Álvaro en el salón. Se enfadaría por ver sus juguetes tirados por el suelo y lo amenazaría con tirarlos a la basura, sabia que no lo haría, siempre le amenazaba con lo mismo, aprovecharía la hora del baño de su hermanita y los cogería.
Más tarde, cuando su madre apareció con su hermanita después de su baño, y lo encontró jugando en el suelo con sus juguetes, enfadada empezó con sus palabras de siempre…
-¡Dios mío! Como has puesto el salón David- decía, mientras con sus pies intentaba abrirse paso entre sus juguetes, con su hermanita en brazos.
Inmediatamente recordó las explicaciones de su profesora en la mañana y decidió preguntarle…
-¿Mamá tú conoces a Dios?- Al oír su pregunta se quedó observándolo sorprendida, olvidando los juguetes, para después de un momento, donde pareció dudar le respondió…
-¡sí!- y el niño pensó que tal vez podría decirle donde lo había visto. Ella después de pensarlo un poco le dijo…,
-yo veo a Dios en ti y en tu hermanita-, se quedo muy pensativo, sorprendido por las cosas tan raras que veía su mamá.
Al día siguiente en clase, cuando su profesora volvió a la explicación sobre Dios y al preguntarles que quien sabia donde estaba Dios, muy resuelto David le dijo…,
-¡Seño, yo sé donde esta Dios!, Me lo ha dicho mi madre, Dios está en mi en mi hermanita…,

El cerebro de un niño es lo más moldeable que existe, podemos hacer cierta cualquier cosa que le contemos, sobre todo si se lo decimos los padres o sus educadores. La libertad del ser humano, debe perfilarse desde su nacimiento, la enseñanza que le demos marcara sus sentimientos y su forma de pensar en el futuro. Es responsabilidad nuestra, la forma que usamos para transmitirles la información de las cosas, para que no pierdan su capacidad de elegir y pensar las cosas por sí mismos y no influenciados.