Tú puedes y no puedes

Tú puedes y no puedes

No sé, si sabes, que puedes

romperme en mil pedazos

guardar mis restos en tu arcón

hecho con las sobras del pasado,

donde guardas las lunas

que inspiraron mis sueños.

Rómpeme, porque tú puedes hacerlo,

cógeme entre tus manos echas de invierno,

seré nieve silenciosa, congelada

por un eterno frío de olvidos,

aprisionada entre las rejas de tus dedos.

Destruye cada trozo de mí,

con el silbido de tu aliento,

no ampares mi eterna sonrisa de lluvia,

es solo vapor agua,

al calor de tanto silencio con el que se regocija

la laguna del egoísmo.

Tú puedes reducirme a ceniza,

esparcirla por los caminos vencidos

en las tardes aciagas de días sin futuro.

Olvidar mi imagen,

que no la atesoren ni la virulencia

de los espectros del viento.

Puedes, y tú no lo sabes.

Te distraes entre las sombras

que inquietan a los dioses de barro,

presumiendo de un destino

carente de humildad,

que se sostiene en un trono robado.

No puedes,

te apresa las grandes mareas

del océano más profundo,

confunden el barco

que maneja tu rumbo,

desorientando sus velas,

alejándolo del puerto

que tiene mi presencia.

No sabes la diferencia

entre la máquina que marca el tiempo

y las cadenas que acotan el espacio,

es la que viste de luto permanente,

las horas que no se escapan

por el balcón del futuro, buscando sendas

que sanan las heridas,

pavimentadas de sentimientos

con olor a roció.

Resurjo y me renuevo

con las flores

que brotan del cielo,

reciclando sorpresas

que saben a caramelo,

confitadas con frutas

que brotan del árbol de los sueños,

tejidos con realidades

que germinan de las yemas

de la eternidad de la vida.