Regálame un
trocito de tu mar
Regálame un trocito de tu mar abierto
urgida tierra adentro, nací refugiada.
Soy de los remotos colores del paisaje,
permanente, de celada interrogación.
Solo me abrigan los parpados inquietos
de la asombrada mirada absorbente,
en la opulencia de las densas fragancias,
cuando el tallo llama al árbol escondido.
Milagro sonido alimentando las voces,
crea copas llenas y placidas colinas,
allí donde la huella busca senderos,
y sus latidos sobre la hierba, se
oyen…
Perenne abro surcos buscando olas,
tan frágil se incendia el fecundo secreto,
al quemar el sol su vulnerable ropaje.
Tibia en apariencia la llaga desnuda
sostiene en pie el inalienable universo,
prisionero en la floración obediente.
Vagamente esperan sus vedes venas,
acompasar la brisa con su aliento,
grácil flauta de viento, estremece
el invisible vuelo de la efímera mañana.
Regálame un trocito de tu mar soñado,
regresar del exilio de pájaros rapaces,
me llaman las mareas de flor de espuma,
dormir
en su cálida arena, contigo quiero.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"